“Siento la mirada de Joaquín en la nuca. Es como cuando el sol de enero te pega y necesitás rascarte, o protegerte, o morirte. Lo que sea con tal de sacártelo de encima. No es que yo sea un gran espectáculo,sinceramente. No estoy vestida de payaso que hace malabares en un semáforo, ni bailando borracha arriba del parlante de un boliche. Estoy dedicándome a la actividad más sensual y provocativa del mundo: regar las plantas de la entrada de un geriátrico. ¿Quién no caería rendido a mis pies?”
Así es Guille, mordaz, fresca y con una tendencia antisocial que la mantiene a salvo del mundo. Renata y Fede son todos los amigos que necesita. Y su papá y su hermano, toda la familia que necesita. Y María Bruna, claro. O Malú, como la conocen todos: la mejor amiga de su abuela, la que acompañó a Guille cuando su mamá los abandonó de un día para el otro.
Pero aunque ella quiera mantenerse aislada, se cruza con Joaquín en cada lugar adonde va. Mire donde mire, él siempre aparece con su cabello perfectamente despeinado, su sonrisa de costado, su mirada cálida y seductora.
Guille lo detesta.
No siempre fue así. Antes eran grandes amigos. Pero desde hace años, apenas se hablan aunque comparten todo: el colegio (él tiene 17 y ella 16), el barrio en el que viven e incluso algunas tardes en el geriátrico donde trabaja su papá y donde está Malú, que es también la abuela de Joaquín. Imposible evitarlo. Así que Guille usa su humor mordaz para mantenerlo lejos. Lo más lejos posible.
Todo cambia cuando Joaquín encuentra una carta de amor firmada por alguien que no es su abuelo entre las pertenencias de su abuela Malú. Le encantaría sentarse con ella y preguntarle quién fue ese amante secreto, pero su abuela desvaría. Su mente se evade de la realidad, por momentos habla solo en italiano y no hay forma de que pueda responder a sus preguntas.
Joaquín podría simplemente resignarse y dejar el misterio sin resolver, pero Malú es la persona más importante en su vida, la que en verdad lo conoce, la que siempre lo cuidó de la frialdad y la violencia de su padre. No puede tolerar que su pasado también se pierda en la nada. Está decidido a descubrir quién fue el autor de esa carta, qué papel jugó en la vida de su abuela. Y tiene una idea brillante: pedirle ayuda a Guillermina, esa chica que lo vuelve loco con su ironía, su sinceridad arrolladora, su armadura invisible que mantiene lejos a todos. Su amiga de la infancia, que ahora pasa algunas tardes ayudando en la residencia donde su abuela está internada.
Por supuesto, la relación entre Guille y Joaquín está lejos de ser amis- tosa. Si bien sus abuelas eran mejores amigas y ellos pasaron incontables fines de semana jugando juntos, a Guille no le interesa en lo más mínimo pasar tiempo con el chico que le dio la espalda de un día para el otro, y menos cuando pareciera que todo el tiempo él se esfuerza por hacerla enojar. Pero la curiosidad de Guille es más fuerte que su orgullo. ¿Quién es ese hombre que le escribió a Malú? Y, aún más importante, ¿quién fue Malú realmente, además de la abuela de Joaquín y la mejor amiga de su abuela Martita? Cuando Malú muere, Guille decide comenzar a inves- tigar qué se esconde detrás de aquella carta de amor y lo que descubre, tanto de Malú como del propio Joaquín, es muchísimo más de lo que se podría haber imaginado: cuando uno se atreve a tomarse el tiempo para indagar más allá de la superficie, resulta evidente que algunas historias (y personas) merecen ser descubiertas. Y también que, a veces, vale la pena dejar caer las defensas cuando el amor toca a la puerta.
La historia de amor entre Guille y Joaquín se entreteje con otra. Una que no sucede en el presente, sino en 1943.
Bruna es mucho más que la camarera de un bar venido a menos al norte de Italia. Es una mujer que le pone los puntos a quien sea necesario, fumadora, amante del fernet… y también una rebelde: forma parte de la resistencia en contra del fascismo. Luego de perder a casi toda su familia en la gran guerra, está convencida de que la única forma de sobrevivir es plan- tándole cara al conflicto y haciendo todo lo que esté en su haber para salvar a su patria y a los que quiere. Incluso si eso significa enfrentarse a uno de los comandantes más temidos, o esconder bombas en vehículos militares. Pero no es fácil luchar desde la clandestinidad en un país que va cayendo en manos de los alemanes a una velocidad vertiginosa. Y mucho menos cuan- do se entera de que está embarazada de Dante, su compañero partisano.
Luego de esconderse en un altillo durante meses y poner en peligro a su hermana, Bruna se da cuenta de que sus convicciones políticas no son tan fuertes como el amor por su familia. La única opción es huir hacia algún destino donde puedan volver a empezar. Por eso, cuando surge la posibilidad de partir hacia Buenos Aires, no lo duda. Tras conseguir documentación falsa y despedirse de sus seres queridos, Dante y Bruna parten a escondidas.
Pero, una vez arriba del barco, nada saldrá según lo planeado.
Aunque no lo saben, la vida de Bruna y de Dante están conectadas con la de Guille y Joaquín por un sin fin de hilos delicados que atraviesan las épocas, los mares y las fronteras.
¿Podrán descubrir la punta de este ovillo que los llevará por fin a develar el secreto de Malú? ¿O el misterio, como algunos recuerdos, se perdarán para siempre?
A partir de la historia secreta detrás del nacimiento de su abuela, Joaquín decide viajar a Italia para conocer esa parte de su familia y averiguar más sobre quién fue Malú realmente, mientras intenta mantener una re- lación a distancia con Guille.
Por otro lado, en 1975, Malú encuentra la carta que su padre le dejó al momento de volver a su patria y decide ir a buscarlo junto a su mejor amiga, Martita. Pero no contaba con que, además de su verdadera familia, en Italia la espera un amor que jamás habría imaginado vivir.